Salones con carácter que combinan murales, texturas y mobiliario en L

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Un salón con presencia se construye con una pared que marque el tono, materiales que apetezca tocar y un layout que ordene la vida diaria; un buen mural o fotomural aporta foco, las texturas dan profundidad y el mobiliario en L organiza sin restar cercanía. Con esa base, el espacio respira y se disfruta.

Aquí tienes una guía breve para que el salón gane orden, luz y coherencia sin necesidad de obras.

Salón con sofá

Murales para centrar la mirada

Piensa en el mural como la primera frase de tu salón, puede ser un paisaje que abra la perspectiva, un motivo artístico con trazo más expresivo o un patrón suave que aporte ritmo. Lo importante está en dónde lo colocas y desde dónde se ve, porque por ejemplo, si queda frente al sofá principal, funcionará como punto de encuentro visual y hará que todo lo demás se ordene a su alrededor.

El tamaño del motivo también cambia la sensación, pues los diseños de escala amplia transmiten calma, pero los más menudos aportan movimiento. Si te apetece reforzar el conjunto, acompaña el mural con vinilos en paredes secundarias que repitan color o formas.

Cuando el salón comparte metros con otra función, es buena idea liberar espacio en el suelo, por lo que una litera puede resolverlo con discreción y, además, permite crear bajo ella un rincón de lectura o de trabajo.

Cómo combinar texturas con un sofá en L

Mezcla tejidos suaves como el lino lavado o el bouclé con madera cálida, fibras trenzadas y alguna pieza de cerámica o piedra. Por su parte, un par de cojines con relieve y una alfombra de pelo corto bastan para anclar la zona de estar; mantén la paleta en tres o cuatro tonos para que el mural siga llevando la voz cantante.

Aquí el mobiliario en L es un gran aliado, por lo que un sofa rinconera puede definir el área de conversación y orienta la mirada hacia la pared principal. En estancias pequeñas, busca líneas estilizadas y patas vistas para aligerar el conjunto. La mesa de centro y una butaca complementaria completan la escena.

La iluminación remata el ambiente, así que combina una luz general cálida con focos que realcen el mural y puntos de apoyo junto al sofá para leer o conversar. Si puedes regular la intensidad, mejor, porque pasar de tarde tranquila a cena con amigos será tan fácil como girar un mando.

Equilibrio, ritmo y función

Elige un color acento y repítelo en tres lugares, por ejemplo, cojines, una lámina y un jarrón, así, la mirada no salta, sino que recorre. Y si te apetece contraste, un paisaje sereno funciona de maravilla con cojines geométricos y madera tostada; un motivo artístico admite metal cepillado y vidrio translúcido.

No todo tiene que partir de la teoría, así que empieza por un objeto que te guste, como un cuadro o un recuerdo y deja que marque el hilo conductor. El salón gana carácter cuando habla de quien lo vive; ese es el mejor filtro a la hora de decidir qué se queda y qué no.

Un salón con carácter se construye con decisiones bien hiladas, y si cuidas la colocación, eliges una paleta corta y trabajas la luz en capas, tendrás un espacio cómodo, coherente y con algo que decir, haciéndote querer estar allí.

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